
Más que una simple empresa de negocios, Retiro Atlántico es un proyecto de vida y es el primer espacio glamping (camping glamuroso) en la isla de San Jorge, en las Azores. En una granja biológica certificada la idea nació de la mano de una pareja local, siempre conectada con la naturaleza. En este pequeño paraíso, como se le llama, los huéspedes tendrán la oportunidad de disfrutar en la comodidad de una yurta, una carpa circular utilizada tradicionalmente por los pastores nómadas de Mongolia. El albergue tiene un total de cuatro carpas y está en activo desde agosto de 2019, esta es una de las muchas iniciativas "verdes" que hacen de las Azores un destino cada vez más sostenible. Echemos un vistazo a este refugio en las Azores y conozcamos a los propietarios, Natacha Moitinho y Hugo Mesquita.
Hugo, uno de los autores intelectuales del proyecto, es licenciado en Ciencias de la Naturaleza, es nativo de la isla de San Jorge y es especialista en permacultura. Su pasión por las plantas lo motivó a construir y desarrollar esta granja biológica. Natacha tiene una licenciatura en Comunicación Sociocultural, así como una Máster en Políticas de Genero. Anteriormente trabajó como voluntaria en India, China y Cabo Verde y en 2012 decidió "seguir su corazón" y se mudó a esta isla de las Azores.
La pareja, que dice haber estado siempre ligada a la naturaleza, decidió apostar por el turismo y hacer algo innovador, pero también sostenible. Y así nació el Atlantic Retreat, un proyecto glamuroso donde los huéspedes duermen en yurtas y pueden "despertarse con el sonido de los pájaros, dejarse envolver por las innumerables variedades de plantas del espacio y maravillarse con la vista del Monte Pico", en palabras de Hugo y Natacha. Escogieron las inusuales yurtas mongólicas porque son "hermosas, resistentes y adecuadas para el medio ambiente".
El proyecto contó con el apoyo del Gobierno Regional de las Azores, a través de un programa llamado Competir+, y tardó aproximadamente un año y medio en completarse. La construcción la llevó a cabo un contratista en la isla, pero "gran parte de los muros de piedra, los árboles y las carreteras fueron hechos por nosotros y el padre de Hugo", dice Natacha.
A la experiencia Glamping se une una granja biológica, que comenzó como un proyecto amateur y personal, pero que ya está certificada. Cuenta con más de 2.500 variedades de plantas comestibles y una colección de frutas tropicales exóticas. Echemos un vistazo al interior de este complejo de glamping y a la granja.








