
Portugal es un país fácil de explorar de norte a sur en tren. Pero algunas de sus estaciones de tren merecen ser más que simples puntos de paso: son postales vivientes, impregnadas de historia y patrimonio nacional.
Desde azulejos pintados a mano y fachadas neoclásicas hasta diseños románticos y toques contemporáneos, estas estaciones de tren son lugares que realmente vale la pena visitar. En este artículo, recorreremos algunas de las estaciones de tren más bonitas de Portugal.
Antigua estación de tren de Aveiro

En Aveiro, la antigua estación de tren es una auténtica seña de identidad de la ciudad. Construida a principios del siglo XX, destaca por sus paneles de azulejos que representan escenas rurales, marítimas y ferroviarias típicas de la región. La fachada principal está cubierta con cientos de azulejos azules y amarillos, que reflejan a la perfección la tradición cerámica de la ciudad de los moliceiros.
Ubicada junto al Largo da Estação, esta obra maestra de la azulejería portuguesa se encuentra a lo largo de la Línea Norte y sigue siendo un punto de interés tanto para turistas como para locales. Los azulejos fueron restaurados recientemente con meticuloso detalle, con el máximo cuidado para preservar los colores y materiales originales, sin dejar rastros visibles de técnicas modernas.
Aunque la estación ya no ofrece salidas regulares (ahora se operan desde el edificio adyacente), sus puertas permanecen abiertas al encanto de cada transeúnte.
Estación de São Bento, Oporto

En el corazón de Oporto, la Estación de São Bento es una auténtica obra de arte y una de las estaciones de tren más emblemáticas de Portugal. Inaugurada en 1916, su vestíbulo principal está decorado con más de 20.000 azulejos de Jorge Colaço, que ilustran momentos clave de la historia y la vida cotidiana portuguesa. La escala y el detalle de esta obra maestra de cerámica la convierten en uno de los lugares más fotografiados de la ciudad.
Más allá de su impresionante interior, la ubicación privilegiada de la estación, entre la Catedral de Sé, la Avenida dos Aliados y el centro histórico, la convierte en una puerta de entrada a la ciudad. Su fachada de granito y su reloj central completan la clásica imagen de una estación donde el viaje comienza mucho antes de subir al tren.
Estación de Santa Apolónia, Lisboa
La estación de tren más antigua de Lisboa, Santa Apolónia, se inauguró en 1865 y ha experimentado importantes transformaciones a lo largo de los años. Ubicada a orillas del río Tajo, fue durante décadas el principal punto de acceso ferroviario a la capital. Hoy en día, sigue siendo un importante centro neurálgico nacional e internacional.
Sus fachadas han recuperado recientemente su color original: un rojo vino intenso que ha sustituido al azul introducido en los años 90. La revitalización en curso de la estación, que incluye un hotel y próximamente una residencia de estudiantes, demuestra que es posible avanzar honrando el pasado.
Estación de Rossio, Lisboa

La Estación de Rossio es uno de los mejores ejemplos de arquitectura romántica en Portugal. Inaugurada en 1890, destaca por su fachada neomanuelina, con arcos de herradura, ornamentada mampostería y detalles de torretas. Ubicada en pleno centro de Lisboa, es una de las estaciones más céntricas y pintorescas del país.
Hoy en día, presta servicio principalmente a rutas suburbanas, especialmente a la línea de Sintra, pero sigue siendo un referente arquitectónico y turístico. Su interior abovedado y sus paneles antiguos evocan el encanto de una época en la que viajar en tren era una experiencia casi aristocrática.
Estación de Vilar Formoso

La estación de Vilar Formoso, cerca de la frontera española, es una de las más sorprendentes del país. Inaugurada en 1882, conecta Portugal con la ciudad española de Salamanca y fue, durante décadas, puerta de entrada para miles de emigrantes que llegaban o salían. La estación es como un museo al aire libre, adornada con murales de azulejos que celebran los valores y las tradiciones portuguesas, desde el folclore hasta los paisajes rurales.
Hoy en día, también alberga el Museo Vilar Formoso – Fronteira da Paz, un homenaje a los refugiados de la Segunda Guerra Mundial que pasaron por sus puertas. Esto hace que la estación no solo sea hermosa, sino también profundamente simbólica: un lugar donde se entrecruzan culturas, recuerdos y emociones.
Estación de Monte, Madeira

¿Sabías que Madeira tuvo tren? Aunque el servicio ferroviario de la isla se interrumpió en 1943, la Estación de Monte aún existe y ha sido restaurada recientemente. Pequeña y pintoresca, ahora alberga el Centro de Interpretación del Ferrocarril, que ofrece a los visitantes una mirada más cercana a este innovador medio de transporte para su época.
Situada en Largo da Fonte, la plaza que la rodea está repleta de vegetación, creando un ambiente tranquilo que invita a la reflexión. Un poco más arriba, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora del Monte, patrona de la isla, donde se celebra la festividad religiosa más importante de Madeira cada año, el 15 de agosto. Al fin y al cabo, las estaciones de tren en Portugal pueden ser el punto de partida de muchas otras experiencias.